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Eduardo-Pinazo¿Y si nos la jugamos a los chinos?

La sociedad evoluciona y la familia ha ido cambiando, apareciendo distintas tipologías y diversidad de las mismas. Se hace necesario adaptar las leyes a esta evolución o cambio de la familia para no incurrir en situaciones del todo injustas. Las familias numerosas somos fuente de capital humano de gran valor de cara al mantenimiento del Estado de Bienestar del futuro porque colaboran al objetivo del relevo generacional fundamental para ello. En el núcleo de estas familias se viven situaciones de gran satisfacción, entrega, sacrificios, tolerancia, comprensión, se comparte, se respeta, se escucha y muchos valores más 

que se dan de forma natural. Todo en un ambiente que, aunque desde fuera parece caótico, desde dentro es emocionante en todos los sentidos. No somos bichos raros. Hasta el punto de que también a estas familias llega un día en que los progenitores, por diversas causas, pueden decidir separar sus caminos. He dicho caminos, solo eso. Porque los hijos siguen siéndolo tanto para el padre como para la madre. Y siguen aportando ese capital humano y sacándolo adelante con el consiguiente sacrificio para ambos.

Y empieza a fallar algo en el sistema. A pesar de que los hijos, que son los que dan la condición de familia numerosa, siguen siendo hijos de sus progenitores, es solo uno de ellos el que continuará disfrutando de los beneficios de ser familia numerosa y aparecerá en el titulo correspondiente. Ese progenitor que desaparece del título y que, debido a la actual legislación, pierde sus derechos como progenitor de familia numerosa, no en pocas ocasiones es el que cumple puntualmente con el pago de la pensión alimenticia de sus hijos y la compensatoria del otro progenitor. Unos ingresos que son los únicos que sigue percibiendo esa familia, como venía ocurriendo antes de la separación. Sigue aportando a la sociedad el mismo capital humano, pero pierde sus derechos que antes si tenía.

Lo mismo ocurre cuando la custodia de los hijos es compartida y se nos plantean soluciones un tanto surrealistas a esta injusticia, como puede ser el que se cambie el beneficiario del título de forma anual o incluso mensual, cuando los hijos estén con cada uno de los progenitores. Situaciones que llevan a la picaresca o a actitudes egoístas para hacerse con la titularidad del documento generando en muchas ocasiones tensiones y conflictos.

Otras veces solo puede aparecer uno de los progenitores en el título de familia numerosa por una decisión libre como ser una pareja de hecho que decide no casarse por lo civil ni pasar por la vicaría. No existe «vínculo conyugal» según la ley, pero sí que están conviviendo con sus hijos bajo el mismo techo y aportando ambos ese capital humano a la sociedad.

Todos lo aportan. Con vínculo conyugal o sin él. Viviendo bajo el mismo techo o en dos techos distintos que protegen de la misma forma a los hijos en común. Pero no se trata de la misma manera a los progenitores y esto es injusto. La sociedad va evolucionando y la familia ha ido cambiando apareciendo distintas tipologías y diversidad de las mismas. Se hace por lo tanto necesario adaptar las leyes a esta evolución o cambio de la familia para no incurrir en situaciones del todo injustas.

Soluciones como suprimir de la ley la expresión «vínculo conyugal», o que ambos progenitores pudiesen disfrutar del mismo título de familia numerosa, o, al menos, del carné individual, conseguirían hacer desaparecer esas situaciones injustas, egoístas y conflictivas entre los progenitores de familias numerosas. Está en manos de las instituciones el cambiarlo y de las asociaciones el demandarlo.

LEVANTE EMV

 

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