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Lunes, pasta con carne picada para comer y ensalada y lomo para cenar. El martes, pechuga con salsa de soja y pizzas; y el miércoles, fideos de pescado, ternera y puré de patata. Estos son algunos de los platos escritos con rotulador azul sobre la pizarra blanca que preside la cocina de la familia numerosa que capitanean Celia y José. Un equipo de ocho personas y dos perros que, como diría el ‘Cholo’ Simeone, va «partido a partido». En su caso, semana a semana, para gastar lo menos posible y combatir desde el ahorro y el sentido común los efectos de la galopante inflación.

Para conocer de primera mano cómo trabaja esta familia residente en Valencia capital, ABC se ha adentrado en su casa donde residen todos ellos. Y sí, trabajan, porque la máxima de estos padres con amplia descendencia es que las familias son como las empresas: «Funcionamos igual», defienden. De hecho, el primer consejo que Celia cataloga como «clave» es elaborar un presupuesto anual de ingresos y gastos anuales, tanto fijos como variables y extras. Una tarea que, ellos, realizan en el pleno mes de agosto aprovechando sus vacaciones, cuando planifican el curso de la manera más pormenorizada posible.

Un balance detallado en el que apunta, por ejemplo, cuándo se cobran gastos eventuales como el seguro del coche, el de la casa u otros impuestos. En definitiva, un «encaje de bolillos» para tener «una visión global» que les permite «ser más realistas» y prever cualquier imprevisto. «Las grandes cuentas las lleva mi marido, yo soy más del día a día», relata Celia a este periódico.

Del mismo modo, explica que es igual de importante conocer de manera exacta cuál es la capacidad de endeudamiento mensual de la familia, sobre todo ante dispendios importantes. Por ejemplo, tuvieron que cambiarse de coche y, claro, «no vale cualquiera». «Un día, uno de mis hijos me preguntó si éramos pobres porque siempre les digo que no hay dinero. Pero no, vivimos en un piso dignamente y tenemos comodidades que a lo mejor otras familias no tienen», recuerda.

Cocina creativa y ‘tupperizar’

En el día a día, estos gestores con título de padres se enfundan el delantal para hacer gala de una cocina de «subsistencia, ahorro, sobras y creatividad». Utilizan el verbo ‘tupperizar’ y les mandan cada día una encuesta a sus retoños para saber si comen y cenan en casa. Una votación cuya tarea le ha encomendado a una de sus hijas, responsable de escribir en un panel el menú semanal. «Aquí no se tira nada», defiende a capa y espada.

Así, huyen de las grandes compras para no tener una nevera llena «que dé más hambre». Cuando van al supermercado, señala como truco recurrente, acuden a la hora de apertura o de cierre para encontrar productos con descuentos por fecha próxima de caducidad. Igualmente, destaca que han tenido que cambiar el aceite de oliva por el de girasol. Al mes, según cifra, su familia se gasta en torno a 1.100-1.200 euros en alimentación, limpieza, higiene personal y otros productos.

En tal misión, pone en valor su capacidad para calcular las cantidades exactas de cada comensal. Narra que han sido sus primeras navidades en las que no ha sobrado comida, pero sí han catado jamón, queso o langostinos, por ejemplo, para que conste. «Si te levantas de la mesa con algo de hambre es hasta healthy», bromea.

Consumo energético eficiente

Más allá de la cocina, el ahorro se extiende al resto del ‘palacio’, pues es igual de trascendente trabajar en conseguir un consumo energético eficiente. Para ello, cuenta que decidieron prorratear sus facturas y lo han debido hacer bien, ya que la compañía les ha devuelto dinero el pasado mes de diciembre. «A mis hijos les digo que apaguen las luces cuando salgan de las habitaciones, baños y demás espacios de la casa», asevera Celia.

Además, en cuanto a la calefacción, celebra el buen tiempo que está haciendo en Valencia este invierno para no enchufarla, aunque a sus vástagos les recuerda siempre la misma canción: «No la pongáis para estar en manga corta en el salón, para eso poneos una sudadera». Así, sube persianas y abre ventanas para aprovechar el calor de fuera y en verano, al contrario, todo bajado para que no se caliente la casa y no haga tanta falta el aire acondicionado. De igual manera, en esta casa ubicada cerca del centro de la capital del Turia nunca se pone la lavadora, el friegaplatos o la secadora a media carga.

Preguntada, por curiosidad, por la reutilización de ropa entre hermanos, Celia rompe una lanza para desmentir el mito. En su caso, sus hijos «son tan parecidos como diferentes». El mayor mide 1,70 y el segundo 1,85, por lo que las prendas no pueden ser las mismas. Entre chicas, señala, es diferente, y sobre todo, cuando eran pequeños sí que pudo intercambiarlas entre ellos.

En otro orden, también celebra la gratuidad del transporte público para jóvenes, medida que les ha supuesto un importante ahorro mensual ya que todos sus hijos van a la universidad -no pagaron matrícula por familia numerosa, pero nunca les han dado ayudas directas-, menos el más pequeño, todavía en el instituto. Defiende, además, que el coche «se coge para la justo» y si se puede ir andando «se va a pie y ya está», porque «la gasolina sigue estando por las nubes».

Celia, que es profesora, bromea con que sus alumnos le preguntan si vive en el palacio de Buckingham. Ironiza que «comparte piso con su marido» y sus hijos entre ellos. El mayor tiene 28 años y se va a casar y la segunda, de 26, se está reinventando laboralmente para conseguir salir de casa, en un momento en el que los jóvenes no pueden afrontar la compra o el alquiler de una nueva vivienda. «Nosotros lo tuvimos difícil, pero ellos lo van a tener todavía más», lamenta.

El último estudio publicado por la Federación de Familias Numerosas de la Comunidad Valenciana (Facunova) revela que el 92% de las familias numerosas ha tenido que poner en marcha medidas de ajuste económico en el hogar para poder hacer frente a la inflación. La mayoría de ellas vive con menos de 2.500 euros al mes, unos ingresos que divididos entre los miembros que conforman la familia están por debajo de los 500. Además, el balance refleja que el 35% vive en riesgo de exclusión puesto que su renta per cápita es de 400 euros o menos. Sin embargo, únicamente dos de cada diez hogares reciben alguna ayuda del Estado.

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